Viernes, 19 de febrero de
2016
Por Cuauhtémoc Anda Gutiérrez
Después de una inolvidable visita del Papa que dejó en
general contentos a la abrumadora mayoría de los mexicanos, con un merecido
reconocimiento del Presidente, a los miembros del Estado Mayor por el trabajo
de seguridad que dejo “saldo blanco”, quedan las reflexiones, las enseñanzas
las indicaciones y el comportamiento de un líder espiritual que probó ser
sólido, humilde, afectuoso y que se comportó durante su estadía dentro de los
marcos de la bondad.
Sin dejar de hacer señalamientos duros y diversos a lo
largo de sus intervenciones, empezando por la recepción en el Palacio Nacional;
el mensaje a los obispos, que parece ser incomodó a algunos; la visita a la
Basílica donde pasó largos minutos en el camarín de la virgen de Guadalupe;
luego el domingo el mensaje en Ecatepec y los niños enfermos del hospital
Federico Gómez; el lunes la impactante misa con los pueblos indígenas en San
Cristóbal de las Casas; después el encuentro con las familias en Tuxtla.
El martes, la impresionante y festiva visita a Morelia,
que empezó con una reunión con sacerdotes, seminaristas, monjas y por la tarde
con jóvenes incluido el incidente de uno de ellos que por poco lo hace caer
encima de los niños enfermos. Ahí, el Papa llamó a religiosos a no resignarse
ante la violencia y a los jóvenes aconsejó, no sean sicarios. Francisco pidió a
la juventud mexicana atreverse a soñar y nunca permanecer caídos. “Ustedes son
la riqueza, hay que transformarla en esperanza”, más adelante dijo “el Señor
Jesús, él que nos da la esperanza nunca nos invitaría a ser sicarios”.
Después al final de su viaje con los presos de Ciudad
Juárez; la misa binacional de las víctimas en el borde del río; la frontera y
la oración por los migrantes muertos en ésta parte del río.
De este viaje cada uno de nosotros tendrá diferentes
percepciones, a mí en lo particular me agradó todo lo que alcancé a ver (que no
fue el 100%), pero sin duda hay muchas cosas que me impresionaron.
Desde luego la alegría y emoción desbordada que se
veía en cada uno de los rostros de quienes asistieron a los eventos, de los que
pudieron abrazar al Papa, de quienes le cantaron y bailaron, las sonrisas de
los niños, si de los sanos, pero también de los enfermos, destacando el Ave María que cantó la niña Alexia.
Escenas que de manera natural se observaron y que la magia de la televisión
llevó puntualmente a los hogares.
En su cuarto día de actividades como parte de su gira pastoral,
el pontífice se reunió con representantes de comunidades indígenas y ofició una
misa en San Cristóbal de las Casas.
Ante miles de indígenas, varios de ellos ataviados con
sus coloridos trajes, el Papa Francisco inició la misa multitudinaria oficiada
en parte en tres de sus lenguas (tzeltal,
tzotzil, chol) indígenas de Oaxaca, Chiapas y de otras entidades del país,
además de países de Centro América se trasladaron a la zona para acompañar al
pontífice.
José Transito Aguilar, un indígena tojolabal dijo que “el
Papa busca la unidad, no hace diferencias entre las personas”, mencionó que
viajó seis horas desde su comunidad de Lagos de Monte Bello. Añadió “él trae
mucha paz, pero depende de los gobiernos que cambie esto”. Las porras decían
“¡Francisco, amigo, San Cristóbal está contigo!” y también “¡Francisco, hermano
Chiapas te da la mano!”
En el Centro deportivo se instaló un altar con una
réplica de la Catedral de San Cristóbal de las Casas, de color amarillo, con
dos franjas de telares rojos y blancos.
De pronto, el lugar se vuelve un mar de colores, con
los trajes indígenas tradicionales de los asistentes, mujeres tzotziles vestían
faldas largas azules, rebosos multicolores, pero en los que predominaba también
el azul. Los hombres también portaban trajes regionales, como quienes vienen de
la comunidad Zinacantan que llevan chalecos bordados y en los que resaltan el
azul, verde y morado, también llevaban sombreros de paja con bordados y
listones colgantes.
Tras presidir una misa con los indígenas en San
Cristóbal de las Casas el pontífice almorzó con algunos representantes de esos
grupos y visitó la Catedral de ese municipio.
El Vaticano dijo que el Papa Francisco presentará una
bula en la que autoriza en las misas el uso de lenguas indígenas.
El miércoles en Ciudad Juárez, donde visitó el penal,
me impresionó el discurso que, a nombre de los reos dijo Évila Quintana, joven
mujer quien se dirigió con firmeza y sin que se le quebrara la voz, dijo que
muchos han perdido la esperanza en la rehabilitación de los presos y recordó:
“aquí hay seres humanos”, más adelante dijo: “La mayoría tenemos la esperanza
de la redención y, en algunos casos, la voluntad de conseguirla”, afirmó en un
discurso cargado de emoción.
Reconoció que la cárcel pone a prueba el espíritu y la
fortaleza de la fe, porque entrar a prisión implica el aislamiento de las
personas que más se ama y la distancia les hace adaptarse poco a poco al
desprendimiento.
Confesó que cuando los internos reciben un veredicto,
lo primero que hacen es llorar y manifiestan sentimientos de angustia y
desesperanza para luego hacerse preguntas para las cuales no quieren escuchar
respuestas. Entonces se sienten expuestos, vulnerables y solos.
Terminó diciendo “su visita quedará grabada en
nuestros corazones. Su amable presencia de peregrino nos llena de ilusión y de
alegría, pues la visita que recibe un interno se convierte en un alimento que
nos nutre de fe y esperanza, de pronto volver a casa y reencontrarnos con los
nuestros”.
La mujer hizo alusión a su hija y confesó que un “te
amo, mamá, me anima a seguir viviendo con esperanza en los días en la cárcel”.
Añadió que en tiempos aciagos para ella ha encontrado respuesta divina, pues
preguntó “¿Señor, solamente dejame ver que tus planes son mejores que los míos
y fue cuando encontré la respuesta de por qué estoy aquí?”.
A la ceremonia de despedida en el aeropuerto de Ciudad
Juárez, acudió el Presidente de la República, su esposa, varios Secretarios de
Estado y autoridades locales y eclesiásticas, donde las sentidas “Golondrinas”
sonaron con singular emoción, la gente veía con gusto y nostalgia la partida,
literalmente “de un ser querido”, para que horas después al anunciarse su feliz
arribo al aeropuerto de Roma, los mexicanos encargados de la seguridad
descansaran de una gran responsabilidad ante esta “Misión Cumplida”.