Jueves,
24 de marzo del 2016
Por Cuauhtémoc Anda
Gutiérrez
Estamos en Semana Santa y en efecto, las playas están pletóricas así como los balnearios y por todos lados se oyen las algarabías propias de la época. La ceremonia de la “Pasión” en Iztapalapa está lista, así como la Feria del Caballo en Texcoco que se da con sus ya conocidas y exitosas corridas de toros y lucidos palenques.
La capital luce semivacía, con un tránsito amable que nos recuerda a quienes nos quedamos otras épocas en que cotidianamente así era la circulación. El cambio es sustantivo en la vida cotidiana de la ciudad de México durante la Semana Santa y es digno de promoverse turísticamente. No, no es broma, en esos días la Ciudad se vuelve amable, transitable, quienes aquí vivimos podemos aprovechar para visitar a los parientes y amigos que viven del otro lado de la Ciudad. De pronto el tiempo alcanza para todo.
Por ejemplo, se puede ir por la mañana a la Villa, mostrarles a los niños el Zócalo, la Catedral, el Palacio Nacional, luego ir a las trajineras a Xochimilco, comer ahí, escuchar la música que inunda los canales, que alegra a los paseantes y que los llena de dicha, de emoción, al recordar otras épocas.
Los niños gritan, los jóvenes muestran a las muchachas las maravillas de las chinampas, les compran pequeños ramitos de flores, se escucha la letra de adornadita de flores, pásenle señores, quien quiera comprar, desde luego los que vienen de Michoacán se dan vuelo cantando con el mariachi “Caminos de Michoacán” y no se diga los de Guanajuato con “Caminos de Guanajuato”, los del norte con el “Corrido del Norte” o de “Chihuahua” y no faltan del Sur que con la marimba piden “las chiapanecas” o entonan alguna canción de la trova yucateca.
Los lancheros suben refrescos y cervezas y en dos o tres horas se pueden admirar los canales y su entorno, de escuchar y cantar música, de comer barbacoa, carnitas y arroz que venden en el lugar, de tomar unas “cheves”, se remata la comida con elotes de Xochimilco.
El regreso a casa que en una semana distinta a la Semana Santa, puede significar dos o tres horas de tortuoso tránsito desde el Sur de Xochimilco hasta el norte de la Ciudad en esta semana, gracias a la ausencia de un nutrido número de capitalinos que salen a las playas y otros sitios de descanso, dejan las calles de la ciudad de México generosamente transitables.
No quiero dejar pasar por alto que en estas fechas las iglesias suele permanecer llenas como la Catedral, la Villa de Guadalupe y las que cumplen con la liturgia que junto con los vacacionistas, sus peripecias, la lentitud en las carreteras y algunas otras molestias menores hacen que la Semana Santa transcurra con tranquilidad y fervor, según la edad, y los gustos cumpliendo con la tradición.