Martes, 27 de Septiembre de 2016
POR CUAUHTÉMOC ANDA GUTIÉRREZ
Se han cumplido dos años del caso Ayotzinapa que
nos ha llenado de horror, de dudas y de mentiras que han servido para pasar a
un estado de confusión. En efecto, con preocupación vemos que el slogan, es
decir el grito de batalla que los manifestantes, cual si fuera una demanda justa
que hacen al gobierno se basan en mentiras, deseos y milagros. Veamos:
“¡Porque vivos se los llevaron, vivos
los queremos!” La primera parte de ésta frase en Ayotzinapa es una clara
mentira que crea confusión, porque de acuerdo a lo que se ha publicado, de la Escuela
Normal Rural de Ayotzinapa,
los jóvenes salieron por su propia decisión en vehículos que previamente habían
secuestrado y que estaban en el estacionamiento del internado y así salieron
con rumbo a Iguala, población que está a 244 kilómetros de Ayotzinapa (de la
Ciudad de México a Iguala son 190 kilómetros, por lo tanto son 50 kilómetros más
los que hay de Ayotzinapa a Iguala). En virtud de que ambas entidades son del
Estado de Guerrero, muchos han tenido la tendencia a suponer que son pueblos
vecinos y por tanto cercanos, pero no.
Las escuelas-internados incluyen los alimentos para
los educandos así como sitios limpios para dormir y asearse. Ahora bien en las
escuelas comunes y corrientes de gobierno hay un reglamento, con mayor razón en
las que son internado, por eso nos preguntamos ¿quién autorizo la salida?, ¿quién
autorizó el ingreso al estacionamiento a los vehículos secuestrados?, ¿Quién les
autorizó a los jóvenes a dejar el internado?, son preguntas que desde el origen
las autoridades de la escuela debieron contestar a la Procuraduría ¿cuál es la
responsabilidad de las autoridades de la escuela, empezando por su Director?, ¿por
qué no están ni han estado detenidos (si el caso sigue abierto y aún no
concluye)?
Pero a partir de la primera versión que emitió la
Procuraduría General de la República, nos quedó clara la horrible verdad sobre los
asesinatos de estos jóvenes, pero de pronto opiniones de expertos
internacionales bombardearon la llamada “verdad oficial”, y entonces se
contrataron gente de otros países con experiencia en estos temas y así han pasado
estos dos años en los que cada vez que aparece una nota alusiva en todo el
mundo se vuelve a publicar la horrenda matanza en la que después de muertos con
el fin de eliminar pruebas incineraron los cadáveres y luego las cenizas, las
metieron en bolsas que tiraron al río.
Los padres de los normalistas desaparecidos
tuvieron la esperanza de que sus hijos estuvieran retozando por ahí, se
corrieron diversas versiones incluyendo que estarían presos en alguna cárcel de
Guerrero o bien en algún cuartel militar del ejército, solamente el tiempo ha
desmentido esas versiones, porque cuarenta y tres jóvenes con la vitalidad y
energía propias de su edad, no podrían pasar desapercibidos en alguna cárcel o
cuartel sin que la gente de los alrededores no se hubiera percatado de su presencia
y tal cosa, no ha sucedido.
En lo particular, en estos dos años he tenido
nietos estudiando en Europa, quienes al principio me hablaban con alarma por la
noticia y la forma que tenían algunos medios de presentarla en la que
francamente hablaban mal de México. De tal suerte que el recuerdo de los jóvenes
además de doloroso para sus padres ha resultado costoso y penoso al no poder
explicar cabalmente lo que sucedió y lo que es triste no encontrar el final
feliz que todos desearíamos.
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