Martes, 10 de Febrero de 2015
Por Cuauhtémoc Anda Gutiérrez
Este lunes 9 de febrero la Ciudad de México arrancó la semana con la
presencia de unos 6 mil “maestros” que una vez más dejaron sin clases a un
millón 300 mil niños de Oaxaca, de donde son oriundos y no parece que les
importe un comino dejar sin clases a los niños, lo que muestra, no sólo su
escasa sino su nula vocación docente y su falta de respeto al derecho
constitucional que tienen los niños para su educación. El artículo 3° de la Constitución
menciona lo siguiente:
Articulo 3. Todo individuo tiene derecho a recibir educación.
El Estado –Federación, Estados, Distrito Federal y Municipios–, impartirá educación
preescolar, primaria, secundaria y media superior. La educación preescolar,
primaria y secundaria conforman la educación básica; esta y la media superior serán
obligatorias. (Reformado
mediante decreto publicado en el diario oficial de la Federación el 9 de
febrero de 2012)
La educación que imparta el Estado tendera a
desarrollar armónicamente, todas las facultades del ser humano y fomentara en
el, a la vez, el amor a la patria, el respeto a los derechos humanos y la
conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la
justicia. (Reformado mediante decreto publicado en el diario oficial de la
Federación el 10 de junio de 2011).
El estado garantizara la calidad en la educación
obligatoria de manera que los materiales y métodos educativos, la organización
escolar, la infraestructura educativa y la idoneidad de los docentes y los
directivos garanticen el máximo logro de aprendizaje de los educandos. (Adicionado
mediante decreto publicado en el diario oficial de la Federación el 26 de
febrero de 2013).
Nótese que se habla de que la idoneidad de los docentes y los
directivos a fin de que garanticen el máximo logro de aprendizaje de los
educandos.
Esta lamentable y eterna actitud de los “maestros” oaxaqueños, que
data desde hace casi 30 años, en el que, con cualquier pretexto terminan
dejando a los niños sin clases, lo que los ha colocado en los últimos lugares
de educación de las 32 Entidades Federativas. Lo que se ha hecho con la
educación de la niñez oaxaqueña es además de violentar sus derechos constitucionales,
es un crimen social que les inhibe sus capacidades como ciudadanos y en
consecuencia la posibilidad de insertarse con ánimo y éxito en la sociedad
mexicana.
En segundo lugar, desquiciaron el tránsito de la Ciudad de México,
pues colocaron sus tiendas de campaña en Paseo de la Reforma, la cual es una
importante arteria que prácticamente divide a la Ciudad en Norte y Sur, y que
si se colapsa no se puede pasar de un lado a otro.
Éste fenómeno ya lo había sufrido la Capital con Andrés Manuel López
Obrador, cuando en el 2006 bloqueó dicha arteria, de hecho bastan con que unas
cuantas calles inhabilitadas de éste Paseo, para congestionar la Ciudad. Los
millones de sufridos capitalinos además de recriminar con todo derecho a estos
“grillos de la educación”, que como se dice en las tertulias “no se comportan
como maestros, no hablan como maestros, no visten como maestros, no se parecen
a los maestros que nos enseñaron a nosotros y tampoco actúan como maestros” ¿pues
entonces qué son?
En la mesa se preguntan unos a otros ¿así eran nuestros maestros?, y
la respuesta es un NO rotundo, por eso en estas notas el adjetivo calificativo
maestro, al referirnos a ellos lo ponemos entre comillas.
En tercer lugar, es que hay una policía capitalina y autoridades
pagadas por los impuestos de los ciudadanos y, desespera ver que no actúan en
su defensa, es más, delante de ellos paladinamente tienden sus tiendas de
campaña cerrando el paso en ambos sentidos, violando el libre tránsito de los
mexicanos consagrado en la Constitución.
Además de estos sinsabores, todavía le faltaba a los capitalinos pasar
el soponcio en los lugares de trabajo, reuniones de negocios, escuela y otros
compromisos que la agitada Ciudad de México tiene por millones a diario y que,
una vez más, llegaron tarde. Si, cada ciudadano, cada familia, cada empresa,
cada escuela debieron actuar con anomalías y retrasos, por un asunto que no
pueden remediar, que está fuera de su poder de decisión y que los lleva a
cometer irregularidades en contra de su voluntad, además de la vergüenza ante
regaños, reclamos y castigos en los lugares de trabajo y escuelas.
Si, no es culpa de las autoridades del Distrito Federal que vengan estos
tipos, pero si es su responsabilidad que no impidan el derecho al libre tránsito
de los ciudadanos.
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