Martes, 10 de Marzo de 2015
Por Cuauhtémoc Anda Gutiérrez
Es conveniente en estos días recordar algunos antecedentes de la
historia del día de la mujer, porque este es un día que se celebra en muchos
países del mundo, no obstante que las mujeres estén separadas por continentes,
fronteras, diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas,
en este día (8 de marzo) les une su deseo de buscar la igualdad, la justicia,
la paz y el desarrollo con equidad de género.
Desde la Revolución Francesa, las mujeres parisinas que pedían libertad,
igualdad y fraternidad marcharon al Palacio de Versalles donde vivían los reyes
para exigir el sufragio femenino.
Sobre este tema, del voto, recuerdo que en 1953 el Presidente Adolfo
Ruiz Cortines otorgó el voto a la mujer, años después en 1967, cuando
estudiante en Paris seguí de cerca un movimiento feminista en Suiza que
reclamaban, para mi sorpresa, su derecho a votar. No me cabía en la cabeza que en
un pueblo tan culto y progresista como los suizos las mujeres no tuvieran
derecho al voto. Llegó el domingo de la votación y mi asombro fue superior
porque los suizos votaron porque las mujeres siguieran sin tener derecho al voto
y no fue sino hasta 1971 en que lograron éste propósito. Cabe señalar que el
voto femenino en Estados Unidos data de 1920.
En Estados Unidos el partido socialista, declaró el 28 de febrero como
el día nacional de la mujer que se siguió celebrando hasta 1913. En Europa en
1910 la Internacional Socialista, reunida en Copenhague, proclamó el Día de la
Mujer, como homenaje al movimiento a los derechos de la mujer y para
ayudar a conseguir el sufragio femenino universal. Así, el día internacional de
la mujer se celebró por primera vez en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza en
el que además de exigir derecho al voto y de ocupar cargos públicos exigieron
el derecho al trabajo y a una formación profesional y a la no discriminación
laboral. Días después el 25 de marzo, 150 trabajadoras la mayoría inmigrantes
italianas y judías murieron en un trágico incendio en Nueva York en la
celebraciones de los años subsecuentes se hacía notar que la tragedia sucedió por
las pésimas condiciones laborales.
En 1917 como reacción ante los 2 millones de soldados rusos muertos en
la guerra, las mujeres rusas escogieron el 8 de marzo para ponerse en huelga en
demanda de pan y paz.
Pero fue hasta 1975 cuando las Naciones Unidas celebraron el día
internacional de la mujer por primera vez el 8 de marzo, cuando la Asamblea
General adoptó una resolución proclamando “un día de las Naciones Unidas para
los derechos de la mujer y la paz internacional de los estados miembros pueden
celebrar cualquier día del año, siguiendo su tradición histórica y nacional”.
Ahora bien, la lucha de las mexicanas por obtener sus derechos, la
igualdad de género y un trato digno ha sido un largo camino en que a partir de
la mitad del siglo XX se empezaron a obtener resultados, la meta ahora está más
cerca pero aún no se ha logrado cabalmente.
Sobre el particular empezaremos por decir que desde que fuimos Colonia,
a los conquistadores no les pareció conveniente gastar en la educación escolar
de los indígenas.
Cabe señalar que al paso de los años ha quedado claro que la pobreza
se combate con educación, es decir, donde hay educación no hay pobres. De
manera similar ahora sabemos que donde hay educación no hay discriminación
femenina. En el trato cotidiano aún se observa cómo la sociedad en general
trata de una manera a las mujeres profesionistas (maestras, doctoras,
licenciadas, abogadas, arquitectas, etc.) a como tratan las amas de casas o al
servicio domestico que les presta su ayuda. Admito que la trabajadora doméstica
al paso de los años se gana incluso el cariño de la familia, pero las mujeres
preparadas son tratadas desde el primer día con deferencia y respeto.
Partiendo de ésta idea es obvio que una discriminación que afecta a
las mujeres mexicanas son los obstáculos que se encuentra en el camino para
poder estudiar.
En las poblaciones apartadas, con la idea de protegerlas se les impide
que se desplacen a más de un par de kilómetros de su casa para asistir a la
escuela, en cambio los varones si pueden ir. Al terminar la primaria en esas
zonas, las pocas niñas que asistieron a la escuela son bloqueadas para
continuar sus estudios con el argumento de que por un lado son útiles ayudando
en el quehacer de la casa y por otro lado argumentan que en breve se casaran.
Los resultados son contundentes porque es vergonzoso como país que
para este 2015 aún se estimen más de 5 millones de adultos analfabetas de los
que más de 3 millones son mujeres.
Aunado a esto se encuentra la deserción escolar después de la primaria
es más alta en las mujeres. Puede decirse que porque su naturaleza así se lo
reclama, pues cientos de miles de adolescentes que se embarazan dejan de ir a
la escuela.
El resultado es que las mujeres que asisten a clases y no desertan
escogen mayoritariamente carreras cortas que tienen la ventaja de que en uno, dos
o tres años pueden ir al mercado laboral donde se ocupan como secretarias,
manicuristas, estilistas, cocineras, meseras, etc.
Es hasta la segunda mitad del siglo XX cuando las mujeres empezaron a
acceder a carreras completas, donde muchas de ellas han incursionado con éxito
demostrando desde luego su indudable capacidad. Todas ellas son ejemplo claro de
que rompiendo o paleando los obstáculos que se presentan en su vida y en su
entorno, aquellas que con su esfuerzo logran títulos profesionales, a cambio
obtienen respeto social, buenos trabajos y una vida más participativa.
Por todo lo anterior considero que el Día Internacional de la Mujer
debe seguirse celebrando cada año, en cada país de acuerdo a sus usos y
costumbres, pero la humanidad deberá seguir la meta que consiste en que haya
igualdad de oportunidades de educación para todas las mujeres. Ya basta de ver
con indolencia en nuestro país que aún haya tanta mujer analfabeta, tantas jóvenes
que truncan su carrera, tantas niñas sin acceso a la educación.
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