Martes, 29 de
septiembre del 2015
Por Cuauhtémoc Anda Gutiérrez
Se cumplió un año de la tragedia de Ayotzinapa, la que junto con el dolor de la pérdida de 43 jóvenes trajo aparejada una serie de historias, para decirlo suavecito, increíbles que asombraron a la sociedad y que aún ante una situación que no está totalmente esclarecida, aunque muchos de los culpables ya están detenidos y confesos.
En efecto, casi de inmediato se supo que el Alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, su esposa María de los Ángeles Pineda Villa y su policía participaron en la detención y seguramente en la muerte de los jóvenes, los asesinos confesos están detenidos, sólo faltaba el que dio la orden de matarlos, el famoso “Gil” a quien hace un mes detuvieron. Sin embargo las dudas prevalecen. Empecemos desde el principio…
Los jóvenes estudiantes eran internos de la Escuela Normal de Ayotzinapa, que de pronto se organizaron para ir a Iguala, cera ce 200 kilómetros y para el efecto se fueron en autobuses. Las preguntas son obvias ¿Qué autoridad de la escuela autorizó el viaje?, ¿con qué propósito?, ¿Quién financió el pasaje y el viaje?, a eso debe responder ante el Ministerio Público el Director de la Escuela. Lo que ha trascendido es que ellos decidieron ir a Iguala (???) y para el efecto secuestraron unos camiones. En aquél punto de la República como en todo el país, secuestrar autobuses es ilegal y está penalizado por el Código Penal. No, este hecho no configura la actitud de buenos estudiantes.
Se dice que al llegar a Iguala quisieron ir a interrumpir un acto de la esposa del Alcalde, quien estaba dando un informe sobre los trabajos del DIF local y que ante esa posibilidad, la policía de Iguala los interceptó, los detuvo, se los entregó a la policía de Cocula (municipio guerrerense a 22 kilómetros de Iguala), quienes los mataron y luego en el tiradero de basura los apilaron y les prendieron fuego con el propósito de incinerarlos, al día siguiente por la tarde recogieron los restos, los echaron en bolsas y los tiraron al río.
Lo que los expertos de la Comisión Interamericana aseguran es que no pudieron ser incinerados en tan poco tiempo, pero a juzgar por las declaraciones de los asesinos, los muchachos estaban muertos, tal vez por eso se explique que después de varios meses sólo los restos de dos de ellos hayan sido identificadas de acuerdo al ADN de sus parientes.
Recuerdo que desde los primeros días, el sacerdote Solalinde dejó entrever que en confesiones recibidas le habían señalado que los habían matado e incinerado, aún antes de que la Procuraduría hubiera obtenido la confesión de varios de los asesinos. Leyendo nuevamente el informe de los expertos, lo que objetan es que hayan sido incinerados, pero no de que estén muertos. Porque un año después en las pancartas de los familiares dicen “vivos se los llevaron, vivos los queremos de regreso”, lo que es una esperanza legítima de sus padres pero no puede ser materia de especulación de los comentaristas, porque lo único que dejan entrever es su odio al Gobierno de acusar arbitrariamente al Gobierno Federal.
Los maestros y el director del Plantel José Luis Hernández, saben mucho de estos temas, en entrevista reciente que le hizo una periodista del Excelsior aclaró que varios meses estuvo callado, porque esa instrucción le dieron las autoridades federales, pero que ya iba hablar y también que en la Escuela Normal no se han dado clases desde aquellos tristes hechos que tienen menos alumnos y menos demanda, que los muchachos que están ahora están de acuerdo en seguir promoviendo la búsqueda de sus compañeros así que en las mañanas se organizan para ir a protestar. Asimismo aseguró que hay 20 salones que no puede usar porque ahí viven los padres de los muchachos desaparecidos, quienes afirman que “no abandonaran las aulas hasta que aparezcan sus hijos”.
En resumen, en la Escuela no hay clases y los pocos alumnos inscritos se dedican al activismo y les dieron órdenes de la Secretaría de Gobernación para que a efecto para que tengan una calificación por el año, les ordenó que les pusieran 9 ó 10.
Quizá por esto y otra información que le ha llegado el conocido periodista Armando Fuentes Aguirre, el popular “Catón” el vieres 25 de septiembre publicó un artículo titulado “dos mentiras”:
La Escuela Normal de
Ayotzinapa lleva en su nombre dos mentiras: ni es escuela, ni es normal. Más
que institución educativa donde los estudiantes aprendan a enseñar es un centro
de agitación política que convierte a sus alumnos en carne de manifestaciones y
hace de ellos un instrumento de violencia al servicio de extremistas.
Eso no es normal, y menos en
un país que avanza penosamente en el camino de la democracia, y en un mundo en
que las utopías de la revolución armada son ya cosa del pasado. Al igual que la
tristemente célebre CNTE, ese plantel se ha convertido en una lacra de México.
Los continuos abusos que cometen quienes a él asisten, sus asaltos a edificios
públicos, sus bloqueos de carreteras, irritan a los ciudadanos.
Ciertamente fue una tragedia
nacional la pérdida de los 43 muchachos que fueron enviados a la muerte por
dirigentes -o directivos- que aún están ocultos y no dan la cara, pero es una
infamia usar la memoria de esos jóvenes para obtener ventajas políticas o
económicas. Aplicar rectamente la ley dio buen resultado en el caso de la CNTE.
Sus inmorales líderes están
ahora acobardados: saben que hay suficientes evidencias para llevarlos a la
cárcel. Sus huestes, antes tan belicosas y pugnaces, se han ido sometiendo a
las exigencias laborales. En igual forma los excesos de esos tan anormales
normalistas deben ser frenados por la ley.
Ciertamente quienes los
mueven buscan confrontarlos con los cuerpos policiacos a fin de tener más
víctimas y fortalecer así sus pretensiones. Contra esos manipuladores, y no
contra quienes les sirven de fuerza de choque, debe ir la autoridad. No es
difícil localizarlos: están dentro de la misma escuela; se les conoce bien.
Nadie debe legitimarlos, ni aun en el contexto de los desaparecidos. Hacerlo es
poner trabas al desarrollo democrático de México y condonar la violencia como
medio de expresión política... (Periódico Reforma, p. 11. 25-09-2015).
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