Martes, 22 de
septiembre del 2015
Por Cuauhtémoc Anda Gutiérrez
El 21 y 22 de septiembre la periodista Claudia Solera
del Periódico Excelsior publicó noticias de Ayotzinapa incluyendo el nombre del
Director José Luis Hernández y una entrevista que a mí me sorprendió, veamos: El
día 21 Claudia Solera nos dice que:
“El alma de la Escuela
Normal Rural, Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, también se esfumó esa noche del
26 de septiembre del 2014, cuando la policía municipal de Iguala desapareció a
43 de sus estudiantes. Las aulas en vez de ser un sitio de enseñanza para los
jóvenes se convirtieron en el refugio de los padres que han llorado cada uno de
los 359 días de ausencia de sus hijos y las horas que los normalistas deberían
de haber invertido en prepararse para ser los maestros de sus comunidades las
ocuparon para exigir al gobierno el regreso de sus compañeros”.
“Desde que los policías
municipales aliados con el cartel de Guerreros Unidos se llevaron a los
estudiantes, en la escuela ningún profesor ha vuelto a dictar clases en las
aulas, porque se acabó el espacio para eso y mientras siga sin conocerse el
rastro de los normalistas desaparecidos los directivos académicos de la Normal
consideran que será complicado que el 522 alumnos inscritos en el ciclo escolar
2015-2016 puedan culminar el plan de estudios diseñado por la SEP”.
Aquí vale la pena preguntarse uno ¿quién mandó a los 43
jóvenes a Iguala?, ¿qué misión les encomendó la escuela o qué puede decir el
Director de la Institución?, ¿Sabía usted qué ha pasado un año sin que se den
clases? Francamente esa actitud anuncia la desaparición de este internado. Pero
sigamos con la nota:
“Necesitamos 20 aulas para
llevar a cabo el plan de estudios y las 20 están ocupadas por los padres de
familia. No hay salones, dice a Excelsior, Bardomiano Martínez Asturillo, sub
director de la Escuela Normal Rural ‘Raúl Isidro Burgos’.
Como los familiares de los
43 normalistas desaparecidos ocuparon las aulas para vivir y los estudiantes sus
mañanas para protestar, el Gobierno Federal se reunió con los Directivos
Académicos con la idea de llegar a algún acuerdo sobre cómo evaluar a los
jóvenes sin la necesidad de que regresaran a clases.
Por eso, la salida más
viable fue que durante estos meses de lucha por la desaparición de los
normalistas, los estudiantes entregaran algunas tareas previstas en el plan de
estudios y a través de estas los maestros calificarán los módulos.
La Secretaria de Gobernación
nos pidió directamente que pasáramos a todos los alumnos con 9 y con 10. Fue un
acuerdo para que no hubiera más broncas acá, más marchas, mas revoluciones, más
tomas de edificios y más quemas. El Gobierno Federal pretendió apagarlo de esa
manera. Aseguro Bardomiano Martínez, también Rector Académico.
Esto es inaudito y en mi larga carrera académica jamás
supe de algo así. Sigue hablando el maestro Martínez.
Nosotros entendemos el
dolor, pero igual debemos de buscar que haya clases por el bien de la Escuela.
Si hay algo de cierto es que loso chavos tienen que tomar en las aulas los
conocimientos para ser maestros, y si no lo hacen, van a echar a perder a los
chamacos que estén a su cargo, no va a quedar de otra, desgraciadamente.
Reflexiona Martínez y añade:
Y cuando se refiere al
bienestar de la Escuela también menciona que a raíz de la desaparición de los
43, se desplomó el número de jóvenes campesinos que solicitaron su ingreso a la
Normal. En 2002, año en que Martínez llegó a Ayotzinapa hasta 1500 hacían
examen de ingreso, pero después de la tragedia de los normalistas sólo se
presentaron 188 para ocupar los 140 lugares disponibles de primer año.
Como puede percibirse, estas declaraciones el Rector
Académico ve prácticamente agonizando a la escuela. Al día siguiente, la misma
periodista Solera publico una entrevista que le hizo al Director José Luis
Hernández, quien dijo que llegó el momento de su jubilación, de que lo suplan y
de que aquí terminó su trabajo.
“El Director de la escuela
actualmente sin clases a sus 64 años no se siente con energía para seguir al
frente de ninguna actividad laboral “su servidor está dentro de la jubilación y
me voy a jubilar, aquí se terminó mi etapa de trabajo. Estuve muy contento con
los jóvenes pero yo estaré máximo como Director hasta el 15 de diciembre. Siento
que tengo que retirarme porque tres años en este cargo es mucho tiempo, tiene
que venir mi relevo, alguien tiene que relanzar a la Normal, considera”.
Pero la escuela se encuentra ocupada por los padres de
los estudiantes desaparecidos, quienes afirman que “no abandonaran las aulas
hasta que aparezcan sus hijos”. Pero ¿y las clases cuándo? Porque la actitud de
que quieren que sus hijos aparezcan vivos, todos eso quisiéramos, pero entre
más se investiga el tema, más tiene uno la certeza que los jóvenes fueron
muertos y quemados sin que se pueda asegurar que todos ellos fueron
incinerados.
Por otra parte, ya se identificaron a dos de ellos por
el procedimiento de asemejar con base en las cenizas y en el ADN, el que hasta
el momento sólo dos estén en esas condiciones, lamentablemente no significa que
los otros 41 estén vivos. En todo caso, estos jóvenes eran suficientemente
ruidosos para que, si estuvieran vivos se sabría dónde están y dejarían huellas
de su presencia aunque estuvieran presos o escondidos. Quizás uno con espíritu
de ermitaño, pero más de 40 es improbable que no se hubieran notado.
Entre las múltiples versiones que se han señalado hay
una del Jefe de los Guerreros Unidos sobre la posible infiltración de los
“rojos” en la escuela, niega toda acusación como lo hizo hace unos meses en el
programa de Adela Micha donde negó todas las acusaciones que estaban saliendo,
“primero me dijeron que guardara silencio, pero ya no es posible”.
En un principio se rumoró que él dio la orden a los
estudiantes de introducir armas en los carros, “aquí nosotros no somos una
escuela que se está formando a nivel militar, si no, ya hubiéramos desaparecido
como escuela”.
“Después dicen que a mí me dieron 3 millones y que yo
mandé a los muchachos”. Otro sicario de
Guerreros Unidos llamado Felipe Rodríguez alias el “Cepillo” supuestamente dijo
que uno de los normalistas antes de ser asesinado le confesó que un sujeto le
pagó a Hernández Rivera para que enviara a un grupo de estudiantes a generar
disturbios en Iguala el 26 de septiembre.
“En esta larga y detallada conversación desde la
sencilla oficina de la dirección de la Normal de Ayotzinapa, José Luis
Hernández habla sobre su presunto arraigo por parte de la Procuraduría General
que nunca sucedió. Cuando se le pregunta si considera que tuvo alguna
responsabilidad en la desaparición de los normalistas, por ser la máxima
autoridad del internado al que pertenecían los jóvenes, dice que no.
José Luis Hernández aplaude el movimiento que los
normalistas han impulsado para recuperar a sus compañeros porque está
convencido de que si no hubiera sido por ellos tal vez el caso estaría en el olvido
y lejos de la justicia.
Nosotros somos una escuela con dos hectáreas […] la gente
del pueblo entra y sale de la escuela y meten a sus animales, aquí sólo se tienen
dos veladores en la puerta principal. Ustedes van a encontrar que las universidades
son espacios abiertos donde el joven que se inscribe si quiere va a clases o no.
Finalmente, estas dos aportaciones de Claudia Solera aportan
nueva información, nos dejan ver parte del triste panorama donde viven y se educan
jóvenes de zonas rurales que obligan a pensar en instituciones más rígidas.
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